Llevar toda la vida trabajando y comprarte un segundo piso o heredar lo que con muchísimo esfuerzo tus padres han ganado, para que llegue un caradura y se quede en una hora con el trabajo de toda una vida. Es lo que están padeciendo no pocas familias españolas por culpa de los okupas. Pese a lo que dice la izquierda, el problema no son las viviendas públicas okupadas (15%), sino las viviendas de la clase media y baja, asaltadas por verdaderos jetas que han hecho de la ocupación su modo de vida. Como ha sucedido en Torrelodones, como todo el mundo conoce.

La inseguridad jurídica, fomentada por el gobierno de España y sus socios comunistas, es una de las causas de la subida de precios del alquiler. ¿Quién va a meter un inquilino en su vivienda, si la situación es que éste deja de pagar al mes, consigue una declaración de vulnerabilidad por tener un gato (verídico), y se queda tres años viviendo del cuento, tres años en la casa?

Desde el ayuntamiento de Torrelodones hemos lanzado una línea de ayudas pionera, para que los propietarios afectados sepan que nos tienen de su lado. Ayuda que se complementa con las autonómicas y/o estatales. Pero, además, estamos mediando entre arrendadores e inquilinos para conseguir resolver de forma pacífica el problema. En dos de cada tres casos la mediación funciona. Con los jetas, no. Es importante, además, formar a la ciudadanía en la defensa de sus derechos. Explicarles que hay que pedir medidas cautelares en la demanda civil, por ejemplo.

Sinceramente, la ocupación, en no pocos casos, no es un problema de pobreza, para lo que están los servicios sociales. Es un problema de caradura. Y por más que moleste a la izquierda, hablaremos de inquiocupación, que es como se habla coloquialmente. Porque todos saben que okupar es robar. E inquiocupar, también.