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Si Màxim levantara la cabeza

Si Màxim levantara la cabeza

En junio de 2018, el entonces ministro de Cultura, Màxim Huerta, dimitía tras conocerse que había defraudado a Hacienda 218.322 euros. En aquel momento, él aseguró que era “absolutamente inocente” y que se marchaba para evitar desestabilizar el proyecto “regenerador” de Pedro Sánchez. Sí, han leído ustedes bien… “regenerador”.

Líbreme Dios de pretender matar, en sentido figurado, al señor Huerta, pero lo cierto es que con su dimisión quedó, sin remedio, muerto políticamente. Creo, sinceramente, que tampoco le importó en demasía, puesto que él es un hombre de letras, de libros… y, a menudo, las almas de escritor y de político, pueden resultar como el agua y el aceite, difíciles de conjugar.

Presumo que hoy, al levantar la cabeza y ver la comprometida situación en la que se encuentra Pedro Sánchez, presuntamente rodeado de corrupción por los cuatro costados -en su entorno familiar, su Gobierno y su partido socialista-, asistirá estupefacto a tan bochornoso y lamentable espectáculo.

Y es que con la dimisión de Màxim Huerta se cerró un ciclo. Finalizó la época en la que Pedro Sánchez aún parecía guardar medianamente las apariencias. Ya nadie dimite, por gravísimas que resulten sus acciones.

Tras las imputaciones por delitos de cohecho, organización criminal y tráfico de influencias, el ex secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, aguantó hasta el final, protegido y amparado por Pedro Sánchez, hasta que, a pocas horas de ingresar en prisión, tuvo que dimitir de sus cargos en el PSOE y entregar su acta de diputado.

El Tribunal Supremo confirmaba el pasado 29 de julio, el procesamiento del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, por un delito de revelación de secretos contra el novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Sin embargo, no ha dimitido. Jamás ha acontecido en la historia de España o de cualquier otro país democrático, que su fiscal general se siente en el banquillo, pero ante tal vergonzosa y dramática situación, García Ortiz se aferra a su cargo, defendido con uñas y dientes por el presidente del Gobierno.

El mismísimo presidente Sánchez, debía haber presentado su dimisión hace mucho tiempo. En ningún país democrático y libre, cabría pensar que un presidente que tiene a su esposa imputada por presuntos delitos de tráfico de influencia, corrupción en los negocios, apropiación indebida de marca e intrusismo y, ahora también por malversación; a su hermano procesado por prevaricación y tráfico de influencias; a su mano derecha, José Luis Ábalos imputado por delitos de pertenencia a organización criminal, cohecho y tráfico de influencias y malversación; a la mano derecha de su mano derecha, Koldo, investigado por su presunta participación en una trama de corrupción; a su ex secretario de organización, Santos Cerdán, en la cárcel; a su fiscal general del estado, en el banquillo, etc., etc., etc…, continuara en el poder, como si tal cosa. Todo esto y mucho más en el plano político.

Pero ya si entramos en el plano de gestión y en el plano humano, la situación trasciende de la vergüenza a la más absoluta indignación y dolor. Indignación y dolor cuando el pueblo valenciano se ahogaba bajo el lodo y él apuntó que si querían ayuda, la pidieran.

Dolor e indignación, ante el apagón de España el pasado 28 de abril. Apagón en el que nadie ha asumido la responsabilidad de las muertes de ciudadanos que se produjeron directa o indirectamente por su causa (al menos diez personas contabilizadas de forma directa a 30 de abril), ni la de las incuantificables pérdidas económicas que supuso para autónomos y empresas.

Dolor e indignación, al ver como este verano ardía España, numerosos pueblos eran devastados por las llamas y las gentes lloraban desconsoladamente, tras haberlo perdido absolutamente todo, mientras Pedro Sánchez no se dignaba a interrumpir sus lujosas vacaciones en Lanzarote para visitar a los afectados hasta catorce días después. Sí, dos semanas después.

Dolor por la bajeza moral con la que está tratando la inmigración ilegal, un drama del que pretende sacar rédito político. Véase el no reparto de menores a Cataluña y País Vasco.

Indignación ante la desfachatez y el exhibicionismo de sus lujosas vacaciones. Porque Sánchez inició sus vacaciones el pasado 2 de agosto, en el lujoso palacio de La Mareta en Lanzarote, y allí ha estado rodeado de familiares y amigos, que no se han privado de nada. Incluso se llegó a cerrar el espacio marítimo de la costa de La Mareta, nada menos que un mes, desde el 4 al 31 de agosto, para blindar el descanso y el recreo del señor presidente. Además, del bolsillo del contribuyente también ha salido el pago del contingente para su seguridad, compuesto por 95 agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, incluyendo unidades de élite y personal sanitario.

Pero para Pedro Sánchez todo esto no ha sido suficiente, ampliando sus vacaciones, junto con su esposa Begoña, en el hotel más lujoso de Andorra, hasta primeros de septiembre. Una escapada 'deluxe' con suits y spa a 2.000 euros la noche. Sánchez y su mujer llegaron acompañados por 20 drones y una escolta formada por 20 agentes para garantizar que nadie les perturbara mientras paseaban en bicicleta por el monte o disfrutaban del gigantesco spa, catalogado como uno de los mejores de todo Andorra. Suma y sigue. Y enfrente, los españoles apretándose el cinturón, recortando sus días de vacaciones, con dificultades para llegar a fin de mes, sin opción a comprar o alquilar una vivienda acorde a sus necesidades básicas y preocupados ante la inminente cuesta de septiembre sin saber cómo van a encarar la vuelta al cole.

Pedro Sánchez no puede salir a la calle porque los españoles le increpan, le insultan y le abuchean. Por eso ha dejado solos a los Reyes durante su visita a las zonas damnificas por los devastadores incendios del verano. Pero él no va a dimitir. No puede permitirse abandonar una posición, desde la que poder seguir perpetrando sus tejemanejes para mantenerse en el poder, entre ellos, la pretendida aprobación de la Ley Bolaños.

Quizás la justicia pueda lograr que -a no mucho tardar-, se resuelva lo inevitable. Solo la Justicia con mayúsculas tiene esa capacidad. Octubre, promete.

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