Yo defiendo a Sánchez

Yo defiendo a Sánchez

Por José Antonio Sánchez Serrano, vicesecretario de Territorial del PP de Madrid.

En estos tiempos que vivimos, algún lector ya se me ha escandalizado por un titular tan sencillo, “Yo defiendo a Sánchez”, pensando que me refiero a Pedro Sánchez Castejón cuando genéricamente intuimos que “Sánchez” es Pedro, y que todos los Sánchez somos Pedro, pero no, yo José Antonio Sánchez no tengo nada que ver con Pedro, el único vínculo que podemos tener en común es la pasión por el baloncesto y que por edad, al sólo llevarnos tres meses, seguro que en alguna ocasión nos encontramos en alguno de los campos de baloncesto del Ramiro de Maeztu con un balón de por medio, aunque sinceramente no lo recuerdo. Pero donde vamos, ni todos los Sánchez somos Pedro, ni todos los Sánchez somos como Pedro, por eso déjenme unas palabras para defender nuestro ilustre apellido: Sánchez.

El apellido Sánchez es de origen español y se encuentra entre los apellidos más comunes en el mundo hispanohablante. Al igual que otros apellidos hispánicos, Sánchez tiene raíces en la tradición patronímica, que significa “hijo de”, y que deriva del nombre propio de un antepasado. En particular, el apellido Sánchez se deriva del nombre propio Sancho, que a su vez proviene del nombre latino Sanctius.

El apellido Sánchez tiene una rica historia que se remonta a siglos atrás. Ha sido llevado por personalidades destacadas en diferentes ámbitos, como la literatura, la ciencia, el deporte y el arte.  Hoy, más de 800.000 españoles lo llevan en su documento como primer apellido, y otros tantos como segundo apellido, en total, más de 1.640.000 españoles, sin contar los 34.222 que se apellidan Sánchez Sánchez, y todos nos sentimos disgustados cuando nuestro ilustre apellido que nos acompaña desde nuestro nacimiento y que lo hemos lucido con orgullo en todas las etapas de la vida es castigado para criticar a una persona.

En la historia, el apellido Sánchez ha sido sinónimo de honorabilidad y distinción. Sin embargo, en los últimos tiempos, la reputación de este ilustre apellido se ha visto afectada porque hemos tenido la mala suerte, todos los que nos apellidamos Sánchez, de estar viviendo el mayor desprestigio de la historia a nuestro apellido debido a las decisiones y prepotencia del que está anclado en Moncloa. 

“Sánchez Traidor” ilustraba un cartel que hace unas semanas mostraban todos los diputados de Vox en la Asamblea de Madrid, imitando las pantomimas parlamentarias de la izquierda cuando se maquillan con camisetas verdes, blancas, amarillas o impresoras para tener unos lamentables segundos televisivos. Otros como “Sánchez Felón” o “Sánchez Mentiroso” son otros de los lamentables calificativos que los cabreados españoles adjetivan al presidente del gobierno, manchando nuestro ilustre apellido.

Las políticas y acciones de Pedro Sánchez han creado un clima en la sociedad donde él no puede salir a la calle sin un regimiento de seguridad porque se expone a ser increpado por gran parte de los españoles que ya no admiten más mentiras, más tiranías y más desprestigio a nuestro país y, por ende, a nuestro apellido.  La falta de transparencia, las promesas incumplidas y las decisiones alejadas de los intereses de la mayoría de un solo Sánchez, han generado un descontento generalizado contra nuestro apellido.

Los apellidos no solo nos identifican, sino que también reflejan nuestra historia y legado familiar. Mantener el honor asociado a un apellido contribuye al bienestar y al orgullo de quien lo porta en su pasaporte. El daño a la reputación al honor de Los Sánchez es irreparable.

Pero déjenme que haga lo previsible, situar a otras personas ilustres apellidadas Sánchez en estas palabras como reconocimiento a los que si han situado mi apellido en el lugar que merece en su ámbito profesional:

Joaquín, el rápido y simpático jugador del Betis, o Ramón Sánchez Pizjuán que da el nombre al estadio del Sevilla, o Fernando Sánchez Dragó que tantos buenos momentos de sabiduría nos mostró y que comentaba con su hijo y mi amigo Alejandro Sánchez. Los escritores Rafael Sánchez Maza o Rafael Sánchez Ferlosio, o el artista que tenía el corazón “partío” Alejandro Sánchez Pizarro​, ​más conocido como Alejandro Sanz, y otros tantos ilustres Sánchez que han alzado a lo más alto el honor de los Sánchez como el científico Mario Sánchez en el campo de la biotecnología, las pinturas de Pablo Sánchez, Juan Sánchez Cotán o Tomás Sánchez, los supermercados Sánchez Romero fundados, o la exquisitez de jabugo en los jamones Sánchez Romero Carvajal,  o la exquisitez también de mi hija, Lucía Sánchez, con el apellido Sánchez en la espalda de su equipación futbolera aunque sus amigos la llamen “lucigol” mientras otro Sánchez llamado Rafa canturreaba en la Unión “Lobo hombre en París” y otra Sánchez, llamada Marta, cantaba “desesperada”.

Llamo a la rebelión, a la revolución de los 1,6 millones de Sánchez para que seamos los mejores en lo nuestro, sólo trabajando todos los Sánchez juntos y con mucho tiempo, podremos reconstruir el daño que este señor nos ha hecho y la confianza y el respeto asociados con uno de los apellidos más numeroso de nuestro País.

Acabo como empecé, Sánchez es un apellido patronímico que significa “hijo de”, quizás por eso alguien muestra también carteles que dicen “hijo de fruta”, mientras los “Pedros” y los “Castejones” cruzan los datos para que aparezcan carteles calificando a quien de forma innoble porta su nombre o apellidos.

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