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Todo lo hacemos mal

Todo lo hacemos mal

 

He abierto la prensa y he visto que todo lo hago mal. Me alimento mal, duermo mal, soy torpe en el amor, y un analfabeto del reciclaje. Contamino mucho y tengo la mala costumbre de comprar ropa un par de veces al año. La prensa me dice que esto se va a acabar, que esto tiene que terminar. He llegado a leer, o quizá lo he soñado, que mis deposiciones son anárquicas y mis digestiones alteran el ecosistema. El otro día sorprendí a una mujer que miraba, perpleja, la botella de plástico con la que aspiraba a saciar su sed. Sus ojos eran elocuentes: ¡pero qué estoy haciendo!, decían.

De un tiempo a esta parte, siento que el mundo me ha sobrepasado. Me he quedado fuera. No sé en qué momento descarrilé. En el descampado donde me hallo hay otros como yo, algunos más jóvenes. No es un consuelo. Estamos aquí, como esperando al maestro que nos hará desaprender nuestras viejas costumbres para reeducarnos. Supongo que nos pondrá como ejemplo a Greta, Greta Thunberg: tan joven y tan pasional, tan tierna y tan dogmática, tan entregada a la causa. Esa es nuestra esperanza: esa nueva escuela que nos devuelva a la vida.

Mientras tanto, hemos perdido el valor de las palabras. Nos hace falta un nuevo vocabulario. Ahora si no cumples la ley te hacen un código a medida. Pero solo en algunas cosas. En otras, si un tribunal te absuelve la fiscalía vuelve a presentar una querella contra ti, para ver si esta vez funciona. ¡Pobre Xavi Alonso! Anda por aquí, dando patadas a las piedras de este solar. Esperamos ansiosos al maestro. Haremos ejercicios de caligrafía ambiental, escribir cien veces en la pizarra lo de nunca más volveré a confundir lo orgánico con el cartón, ni el vidrio con los polisacáridos.

Cuando vi por vez primera a Greta pensé en aquellas viejas escenas de los muchachos maoístas. Eran niños, de apenas diez años. Llevaban en una mano el Libro rojo de Mao. Con la otra señalaban a sus padres. Los comisarios de la revolución se los llevaban a un campo de reeducación. Quizá nunca volvieron. Hay seres que no tienen remedio. Ilusos de la liberad. Pensábamos que el ser humano aspiraba a ser libre, pensábamos que lo fuera por naturaleza. ¡Donde esté una cómoda esclavitud que se quiten esos sueños!

 

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