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Reinventar España

Reinventar España

 

En el peor momento de nuestra historia reciente, el poder político va a poner en circulación el lema de reinventar España. Desde Orwell, sabemos que las ideologías son grandes productoras de lenguaje. Fabrican palabras y expresiones para camuflar, para segregar, para cambiar el sentido de las cosas, para que los atropellos a las libertades sean dulces golosinas.

Lo de “salimos más fuertes” tuvo un recorrido efímero. Agotada la rentabilidad de esa moneda lingüística, depreciada hasta la nada, ahora van a dar cuerda a la idea de que España se tiene que reinventar, como esas empresas que dejaron de fabricar pantalanes vaqueros para hacer mascarillas. El lema de Sánchez dice que lo que se debe reinventar no es la economía, ni el modelo productivo, ni siquiera el gobierno. Es España lo que debemos reinventar. Quizá porque el invento anterior no ha funcionado. Y es aquí donde caben todos los delirios, todos los sueños húmedos de ministros y vicepresidentes que le iban a privar del sueño al presidente del gobierno.

Si preguntamos a los socios de Sánchez, cada uno tendrá una versión distinta de lo que supone ese reinvento. Todos coincidirán en que la mejor forma de reinventar España es romperla y ver qué se puede hacer con los fragmentos, como esos jarrones que después de hacerse añicos nos permiten componer un botijo. Algunas piezas ya asoman en el horizonte: una educación de aprobado general, una economía subsidiada, una sopa ideológica plagaba de absurdos, un rey en el exilio, y una desigualdad territorial que justifique la fragmentación nacional.

España se inventó hace siglos y solo necesitamos depurar ese invento de los estafadores que se han apropiado de la idea: ajustar disfunciones, elevar nuestra educación con aspiraciones de excelencia, ocuparnos de lo realmente importante, generar riqueza, y tener una clase política a la que se juzgue por sus resultados y no por sus intenciones.

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